Aquel quijote al fin
encontró a su dulcinea
Después de tanto
buscarla
Después de tanto
desearla
El señor se apiado
de su alma
Y se la mando en
medio de una noche gris
Entre las ruinas de
aquel parque pueblerino
Pintado de rosa y
blanco hueso
Enfrente de rosas y
pequeños árboles
Que bajo la luz
tenue de un antiguo farol
Formaban figuras
tenebrosas
Y entre todas esas
cosas
Se encontraban ellos
Sentados en una fría
banqueta
El intentaba con
miedo abrazarla
Para cubrirla un
poco del frió nocturno
Y ella recostaba su
delicado cuerpo
Entre sus brazos
Haciéndole palpitar rápidamente
su corazón
Mientras platicaban
y observaban
A aquellos dos
hombres verdes
Que bajo efectos del
humo vegetal
Acostados en su
banqueta se reían sin razón
Entonces el empezó a
observarla
Recordando aquellos
amores frustrados
Que por su cobardía no
habían sido
Pensando en no
querer perderla
Hizo a un lado su
miedo
Y con su voz casi
quebrada
Le pidió suavemente
un beso
Ella no supo que
decir
Bajando su bella
mirada
El con toda su valentía
Tomo con sus frías
manos
Su hermoso rostro
Quedando frente a el
sus bellos labios
Y mirando hacia sus
ojos soñados
Le dio ese beso tan
deseado
Que solamente se dan
los enamorados
Aquella noche de un
20 de noviembre
Cerca de la media
noche
Cuando lo irreal se
vuelve real
Y se dijo el Quijote
entre si
Bienvenida a mi
historia, a tu historia
A nuestra historia
hermosa Dulcinea.
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